El Último Deseo
Performance | 1997
Galeria Tejadillo 214, Havana, Cuba
Foto: Eduardo Aparicio
Cuando mi madre y sus hermanas eran jóvenes, se preocupaban acerca de en qué lugar del mundo podrían vivir. Apenas podían hablar acerca de volver a su tierra natal. Nunca tuvieron ahí la oportunidad de soñar en volver. Pero a medida que avanzaba el tiempo y se volvían mayores, ya no se preocupaban acerca de donde vivirían sino de en donde morirían.
Su madre, mi abuela, nació en la provincia de Oriente en 1902. Siendo huérfana de niña, comenzó a coser profesionalmente a los trece años, ayudo a criar a sus hermanos menores, y fue forzada a casarse antes de los veinte años. Manteniendo a sus hijos como costurera y soportando el constante abuso de su marido, se las arregló para finalizar las secundaria a los cuarenta años. Cuando vio que mi madre, su segunda hija, era capaz de arreglárselas por cuenta propia, la animó a dejar el pueblo y no volver nunca mas. Mi madre, que tenia diecisiete anos en ese entonces, tomo su primer tren a La Habana, comenzó a estudiar y trabajar, y en un año trajo a su madre y sus hermanos a la capital. Once años después abordo su primer avión y se fue a los Estados Unidos con veinte dólares y una maleta de ropa que mi abuela le había hecho. Nueve años después, mando a buscar a mi abuela. En toda mi infancia jamás le escuché expresar ningún remordimiento por haberse ido. Pero justo después de su cumpleaños numero ochenta, sufriendo de perdida de memoria y audición, tomo un avión a Barcelona para visitar a primos lejanos, se registro en un hotel, se recostó, y murió durante la noche.
Cuando llegue al hotel tres días después, descubrí que no había llevado ninguna maleta, sólo sus lentes y una pequeña cartera.
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